
Los hinchas de River ya tienen que festejar: no es porque el equipo adquirió nuevas incorporaciones rutilantes; no es porque la selección finalmente jugará en el Monumental; tampoco es porque se terminó la "presidencia" de Aguilar... La felicidad más grande que un hincha millonario puede tener está reflejada en un solo apellido: Ortega.
Su cuarta vuelta fue soñada, imaginada, como la de aquella tarde lluviosa en el monumental, cuando luego de una recaída y de varias semanas sin jugar, el burrito clavó una vaselina exquisita frente al atónito Saja: Ariel volvió a repetir esta jugada, pero en las frías (aunque sea verano) tierras canadienses. El festejo de Ortega sonó fuerte en todo el país. Desde cada casa, los hinchas riverplantenses festejaron, sonrieron y se emocionaron con la vuelta del máximo ídolo en la historia del club.
Además del gol, Ariel se mostró participativo, rápido, inteligente y preciso en cada intervención. Como en su anterior etapa, en la que fue la figura del River campeón de Simeone, con su juego y su entusiasmo contagio a todos sus compañeros: Archubi dejó de ser aquel jugador insípido a un volante punzante y con criterio. Abelairas recuperó su olvidada entrega correcta de la pelota y tuvo en Barrado un buen socio para las iniciativas en la ofensiva millonaria.
No hace falta aclarar que River necesita a Ariel tanto como él a la institución: son como ese amor de toda la vida, que por más peleas, distanciamientos y desencuentros que haya, los dos siempre van a estar en el corazón del otro.
Volvió la magia. Volvió el ídolo, y con él, River es otra cosa.
Sebastián Murstein
El Gol:
Clásica definición del burro para un golazo. La respuesta para River es simple: inferiores y los viejitos ídolos. Si, total, cada vez que traen uno es peor que el que estaba antes.
ResponderEliminarNo estoy de acuerdo con lo de "ídolo máximo", más bien creo que sería Enzo o el Sargento Cabral. Sino, Juan Esnaider (andá a saber quién puede ser tan hijo de mil para escribirle así el apellido a su familia cuando entro al país) o el gran Daniel Fonseca, de tantos goles. Recuerdo aquel de tiro libre, a Bosta, por un picadito de verano. Épocas gloriosas, todavía ganábamos un mini torneíto local cada tanto.
Saluti!
Gabbo.