Con una transmisión casi de sátira exagerada, el clásico se intentaba ver desde el Río de la Plata y desde un helicóptero, mostrando sólo el estadio desde lejos y el estado deplorable de la Costanera.
El empate tiene un gran lado positivo para los dos clubes. River cumple con la misión de no ser apaleado por Boca, quién perfilaba como favorito para ganar, gustar y golear. A Boca, en cambio, le sirve para no caer aún más en la marea de los tres partidos ganados y no tildar de un excelente equipo a uno que tiene varios problemas defensivos y algunos graves.
River, por segunda vez desde que se inició el campeonato, se fue al descanso aplaudido. Y no es para menos. Tuvo un excelente primer tiempo, con no sólo las llegadas más claras, sino también con una muy buena marca sobre Riquelme y Palermo y, por supuesto, con un gol arriba y una penal a favor. Con esto, River ya se daba por contento.
Boca en cambio, empezó a tratar distinto la pelota a partir del Segundo tiempo cuando Villagra fue expulsado. Riquelme se posicionó en la zona del defensor expulsado y empezó a crear juego desde ese lugar.
Si en el primer tiempo River no atacó con delanteros, en la segunda parte, menos aún. El ingreso de Coronel por Gallardo y el repliegue de Abelairas, hicieron, por lógica, un River expectante al juego de Boca.
El ingreso de Fabbiani no hizo más que poner en manifiesto la distancia entre los defensores y medio campistas con el único delantero en cancha.
Boca, por el contrario, cuenta siempre con un Palermo que hasta en sus partidos más pobres, logra un gol que significa empate ante un rival siempre complicado y Gaitán encontró al fin su lugar en la cancha. Fue el más punzante de Boca, con subidas verticales y disparos colocados.
Hoja aparte para el taco de Riquelme. Si bien el enganche de Boca apenas pudo hacer algo en el segundo tiempo, nunca hay que dejar de pensar que puede meter un pase gol que logre capitalizar algún delantero xeneize.
Por último, la transmisión de los partidos (relatos y comentarios) está en una decadencia que parece no tener fin.
No es posible que aún iniciado el segundo tiempo, se siguieran preguntando si Buonanotte tocó o no tocó la pelota con la mano en la jugada del penal. Tampoco es posible que los relatos sean cada vez más pobres e involutivos, contando historias por la mitad y haciendo referencia constante a personajes de la política de River con la intención de "operar" más que informar.
Nicolás Colucci